domingo, 30 de enero de 2011

Artistas-en-Residencia

emiliagrq@hotmail.com

La Fundación Carlos de Amberes y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense proyectan poner en marcha un programa de artistas en residencia. Los beneficios de tales programas parecen, en principio, incuestionables. Sin embargo, cuál debe ser el papel del artista y el anfitrión, los objetivos específicos del programa, su estructura y duración no están tan claros, y por ello queremos recabar opiniones, propuestas y ejemplos que nos ayuden a dilucidar las condiciones óptimas de una residencia de artistas.

Se podría entender que los programas de artistas-en-residencia tienen como objetivo proveer a los/as artistas de tiempo, espacio y medios para trabajar en su obra, un esquema que generalmente supone concebir la creación artística como un proceso individual desarrollado en el estudio. Muchas residencias siguen respetando este patrón en mayor o menor medida y, así, ofrecen a los/as artistas alojamiento, estudio y, a veces, los materiales e infraestructuras que puedan necesitar. Sin embargo, cabría preguntarse si este esquema sigue teniendo vigencia o hacen falta nuevos modelos acordes con las formas en que se produce y distribuye arte hoy en día.

Entre los diversos tipos de programas de residencias actuales, están aquellos dirigidos a lograr la máxima profesionalización del artista a través de un “equipamiento” teórico y práctico adecuado y de contactos dentro del complejo mundo del arte. Este es el caso del Whitney Independent Study Program, en Nueva York.

Hay centros de arte que conciben las residencias como una parte estructural de su programación, ya que los/as residentes trabajan en proyectos y actividades integrados en el calendario de exposiciones y eventos de la institución (Mains d’oeuvre). Flacc, en Genk, Flandes, comenzó como centro de exposiciones para acabar destinando todo su presupuesto a la producción de proyectos de artistas a través de un programa de residencias. Actualmente, ofrece ayuda en la producción de un proyecto concreto y publica catálogos sobre algunos de ellos, pero no tiene sala de exposiciones y exhibir no forma parte de sus objetivos.

Una de las preocupaciones de los programas de residencias es convertirse en una especie de agencias de turismo para artistas, es decir, que el desplazamiento a otra ciudad u otro país se convierta en una experiencia ociosa y superficial. En teoría viajar y trabajar en otro lugar permitiría ponerse en contacto con personas, ideas y metodologías de trabajo distintas, redundando en un enriquecimiento del artista y de su obra. ¿Pero de verdad siempre tienen sentido? ¿Qué duración debería tener este tipo de residencias para ser realmente significativas? ¿Debería el/la artista necesariamente desarrollar proyectos que tengan que ver con el contexto o es mejor tener libertad total? ¿Deberían las residencias servir para poner en contacto personas e instituciones que de otra manera no se conocerían?

El contexto y la implicación son sin duda la base de residencias como Grizedale, en el que se pretende que los/as lleguen a involucrarse con el entorno rural y su población. El énfasis no se pone en la realización de un producto final sino en el proceso y en la difusión de las ideas entre un público lo más amplio posible. Al trabajar con la población local en el desarrollo y realización de los proyectos, ésta se sitúa en plano de igualdad con el artista.

Un paso más allá se situaría La Práctica, en Puerto Rico, que ofrece un programa de posgrado y de residencias “diseñado específicamente para aquellos interesados en crear nuevas condiciones, relaciones y posiciones desde las cuales producir más allá del circuito de arte establecido… El énfasis del programa es en procesos de producción, en el hacer, y en la colaboración”.

Si hubiéramos de listar las condiciones ideales de una residencia, éstas serían algunas de ellas:

  • un periodo de tiempo razonable que permita desarrollar ideas y establecer conexiones.
  • un espacio de trabajo que permita entrar en contacto con los/as-población local.
  • un objetivo concreto: un proyecto en el que centrarse y alrededor del cual gire la residencia.
  • acceso al contexto local: artistas, críticos, directores de museos, pero no sólo…, también acceso a información y contacto con otros colectivos que constituyen la realidad del contexto donde se realiza la residencia.
  • dirección: se desarrolla un itinerario de sesiones críticas y contactos con el artista que mejor pueda beneficiar su residencia.
  • el diálogo como elemento clave y en igualdad de condiciones con la producción material.
  • principio de retribución: el artista debe contribuir con algo a la comunidad en que se desarrolla la residencia.


Querríamos saber si este es un buen modelo y cuáles son las preguntas y propuestas que suscita, qué residencias consideráis más interesantes y por qué.

A la derecha, listo residencias con diferentes modelos. No he podido evitar meter el internship del estudio de Bruce Mau por ser peculiar e interesante.